Una de las cosas que
más me gustan y al mismo tiempo, generan una urgente necesidad de realizar
cambios profundos en nuestra manera de manejar esta disrupción tecnológica que
estamos viviendo en vivo y en directo, es sin lugar a dudas la velocidad en que
se producen los movimientos reales a nivel global. Que quede claro que no
refiero a anuncios de mercadeo, ni mucho menos a propuestas de escalar el cielo
y que apenas si llegan a subir una mediana montaña, estoy hablando de
sustancia, de hechos que en muchas ocasiones la comunidad criptográfica
descuida, pero que marcara las pautas de lo que se nos viene ya. Con las
criptomonedas, estamos a las puertas de la adopción global.
La teoría original del
Bitcoin como mecanismo P2P para realizar transacciones y transferencias de
valor sin intermediarios, es decir, convertirte en tu propio banco, diez años
después ha demostrado que ese camino está muy lejos realmente de volverse
masivo. Bien sea por los temores y desconocimiento de las personas comunes, las
deficiencias operativas del ecosistema cripto, las poderosas fuerzas
tradicionales o las propias estructuras de las sociedades actuales, el elevado
objetivo primario no se ha cumplido, sin embargo, la industria descentralizada
que ha nacido apunta a desarrollar caminos de usabilidad significativamente
rápidos, poderosos y masivos.
Entramos entonces a
rutas bifurcadas y nuevas.
La adaptación a
profundos cambios no es exclusiva de quienes originan una disrupción, por la
propia naturaleza humana, las propuestas iniciales evolucionan y en muchas
ocasiones se dirigen a rutas nuevas y enriquecidas con la suma de las partes.
Organismos poli omnipresentes, gobiernos y organizaciones financieras
tradicionales han demostrado tener el temple suficiente para adecuarse a los
tiempos. Por supuesto que ni serán todos ni todos lo lograran, pero
indudablemente muchos han hecho osmosis estructurales y han aprendido a
adelantarse a sus entornos, son una especie moderna de transformación
camaleónica, una acotación para nada
peyorativa, al contrario, una virtud imprescindible para cualquier ser humano o
ecosistema creado o gobernado por humanos, que pretenda dirigir espacios de
poder futuro.
El mundo se direcciona
hacia distintas rutas y actores.
Facebook, Telegram, JP
Morgan, IBM, el FMI, BM, Visa, Master Card, Ali Baba, Amazon, Google, los
gobiernos de China, India, Estados Unidos, Australia, Alemania, México, Malta,
Japón, Corea del Sur junto a muchos más ya asimilaron que no pueden
deslastrarse de las criptomonedas ni de la Blockchain, que dependiendo de la
óptica de cada uno, esto llego aquí para quedarse y por consiguiente si quieres
ser uno de los constructores del futuro tienes que asimilarlas, y en
combinación con la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas, la
computación Cuántica, la ciber seguridad y la evolución de las redes amalgamar
las nuevas estructuras de poder.
No veremos entonces por
ahora, ingentes y masivas personas intercambiándose dinero o valores sin
utilizar algún tipo de intermediarios, tampoco asistimos a la desaparición per
se de los bancos, ni será tan sencillo eso de saltarse las normas de los
gobiernos así como así. La utopía libertaria en su estado más puro no será
masiva.
Tampoco vamos a ser
testigos de una homogénea actuación de los sistemas financieros tradicionales
ni de las estructuras de poder estatal o global. En este nuevo juego de poder,
hasta actores de menor calibre han descubierto que pueden, sin lugar a dudas,
tener una fuerza mucho mayor a la que pudiesen poseer de acuerdo a su propio
peso actual. La ley natural del más fuerte no ha perdido vigencia, está en
nuestras historias y genes, lo que pasa es que ahora ha evolucionado, dando la
posibilidad que diferentes y menores centros de poder, tengan la perspectiva de
fundirse y convertirse en formidables competidores.
Es una nueva era en
plena construcción.
Las criptomonedas van a
ser utilizadas por el común de manera natural y sin que se enteren de lo que
están haciendo. Libra, de Facebook, abrió el espacio y destapo un agujero negro
que amenaza con absorberlos a todos.
Actores, nuevos y
tradicionales, entienden que para colocarnos a las puertas de la adopción
global, las criptomonedas deben ser irremediablemente estables. La persona
común no apuesta en la bolsa ni realiza especulación financiera, usa su dinero
para la cotidianidad y para poder, mediante el ahorro, obtener bienes futuros
que le permitan mejorar su calidad de vida.
Las posibilidades de
incrementar exponencialmente la inclusión financiera y de realmente extender
una mayor equidad y democratización en el manejo, uso y distribución de las
riquezas, es la verdadera fuerza del poder disruptivo de las criptomonedas.
Importantes actores del
ecosistema cripto así lo han entendido.
Estamos presenciando
como proyectos nacidos desde las entrañas de la propuesta original del bitcoin
evolucionan. Los que eran simples intercambios de criptomonedas están avanzando
hacia una nueva estructura financiera, adaptándose a marcos regulatorios y
presentando alternativas y opciones radicalmente distintas a los actuales
bancos. Algunos de estos, por otra parte, asimilan y ahora procuran adaptarse a
esta realidad.
Proyectos de
criptomonedas únicos, también empiezan a mutar. Han entendido que para poder
tener éxito requieren convertirse en plataformas que ofrezcan diversas
alternativas, su solo producto no les garantiza absolutamente nada. La inmensa
mayoría de las criptos que existen hoy en día simplemente van a desaparecer,
algunas incluso hoy en día existen solo como mención más que simbólica, en el
Coin Market Cap.
No estoy seguro si será
Telegram, Visa, Master Card o alguna sorpresa que cuente con una fuerte base de
usuarios, pero ciertamente desde
organizaciones con presencia global es que se va a lograr que millones de
personas realicen transacciones con criptos potables, sencillas y cotidianas.
Entender que una cosa
son los deseos y otra muy diferente las realidades, es fundamental para poder
lograr espacios en este mundo global en construcción. Las criptomonedas van a
avanzar rápidamente por caminos distintos a los que muchos pensaron, quizás no
complazcan a los mayores sueños libertarios, pero ciertamente están abriendo
infinitas alternativas para realizar importantes y profundos cambios en las
estructuras actuales.
Las visibles
contradicciones y disimiles intereses comerciales y financieros dentro de los
mayores centros de poder actuales, son el mejor ingrediente para que se
evolucione de manera natural hacia las criptomonedas. Diferentes gobiernos y
bancos centrales están trabajando arduamente por emitir criptos propias, esto
le dará una nueva dimensión a las relaciones y fuerzas productivas globalmente.
Es simplemente
espectacular lo que estamos viviendo y para poder entenderlo de manera integral
y adecuada debemos abrir nuestros sentidos. Es necesario ver hacia donde
realmente está sucediendo los acontecimientos, quienes siguen encerrados en sus
pequeños espacios no verán jamás que estamos a las puertas de la adopción
global de las criptomonedas.
La integración hacia adelante
de los proyectos de criptomonedas, que han comprendido que deben transformarse
en reales opciones financieras, la adaptación de importantes actores del
sistema financiero tradicional, que a su vez asimilan a las criptos como parte del
futuro, la enorme presencia de organizaciones no financieras que se adaptan y
se aprestan a participar de la construcción del mañana y la multiplicidad de
intereses gubernamentales nacionales y globales, confluyen en explotar a las
criptomonedas como una realidad masiva, global, heterogénea y de inmensas
posibilidades.
Intégrese y súmese ahora
al futuro en pleno diseño, luego no valen arrepentimientos. La adopción global
de las criptomonedas ampliara las opciones para cualquier persona o actor que
quiera formar parte de esta disrupción desde sus propias capacidades y
expectativas. No habrá vías únicas ni poderes inmutables, pero apresúrese, el
mundo ciertamente no va a esperar.
Imagen
de Pete Linforth en Pixabay