Venían corriendo en
vías paralelas, no obligatoriamente separadas, aunque tampoco juntas, la
dinámica natural de sus orígenes, funciones y objetivos han acelerado la
conjunción, las finanzas y la tecnología nacieron para cubrir nichos
específicos y concretos que la banca tradicional o no prestaba, o no le
interesaba o simplemente entre sus costos, requisitos y falta de confianza, la
gente empezó a reclamar, las fintech empezaron entonces a “competir sanamente”
con el mundo financiero que conocemos, sin embargo, los bancos nunca las vieron
como serios rivales, decir que las consideraban poco, es una manera elegante de
indicar su desprecio inicial hacia el naciente sector, sin embargo, su muy
buena adopción en muchos países y con la disrupción del Blockchain y de las
criptomonedas, las cosas han cambiado, ahora si se vislumbra en el horizonte
serios competidores que amenazan con sustituir un sistema de finanzas
internacionales pesado, de altas comisiones, lento y sobre todo desfasado en
muchos aspectos.
Una etapa por demás
interesante y espectacular la que estamos presenciando, mas allá de lo pueda
surgir de todos estos procesos de profundos cambios, siento que la gente será
la primera beneficiada del resultado, donde ni los más apasionados defensores
del código abierto y la descentralización distribuida, verán cumplirse sus más
deseadas utopías, pero tampoco, muy a pesar del inmenso poder que evidentemente
todavía hoy poseen, los actuales amos del mundo financiero podrán imponer su
rancia voluntad, nos acercamos a nueva correlación de fuerzas, a una globalidad
que pondrá mucho poder de decisión en el individuo y el colectivo frente a las
empresas o instituciones, la internet del valor está abriendo un inmenso
abanico de posibilidades hasta ayer impensables para cualquiera de nosotros.
Y no confundamos
conceptos, tu puedes digitalizar un dinosaurio, pero te garantizo que no podrás
convertirlo en una arma tan letal, ágil y sorprendentemente adaptable como lo
es el tiburón, los bancos más avanzados y con una visión real y de futuro van a
reinventarse y a crearse de nuevo, y las fintech con mejor disposición a
complementarse y avanzar en una revolucionaria organización, que combine las
fuerzas de la cadena de bloques, las criptomonedas con la seguridad,
estabilidad y escalabilidad necesarias para garantizarle a la gente
tranquilidad, transparencia, bajos costos y proyección de futuro, serán quienes
pasen al frente de esta disrupción en las finanzas, en los negocios y en
nuestras relaciones como sociedad mundial interconectada.
Para ver por dónde van
los tiros, te invito a que revises dos cosas fundamentales: la primera tiene
que ver con aquellos Estados, que sin importar mucho el color del gobierno que
en este momento está en el poder, están asumiendo, fomentando, incentivando y
regulando abiertamente a las criptomonedas, de manera de adelantarse y
preparase para lo que viene, y por otro lado, aquellas sociedades que a pesar
de tener gobiernos cerrados o retrógrados, asumen los cambios y procuran
ejercer todos sus derechos ciudadanos para adecuarse y ser partícipe de la
evolución de las fintech, las criptomonedas y el Blockchain, van a ser sin
lugar a dudas nuevos centros de poder en poco tiempo.
La liquidación de
transacciones financieras complejas, pagos transfronterizos, transacciones de
valores y validación de documentos e identidades, son usos naturales de la
cadena de bloques en las fintech, incluso una combinación de servicios de pago
transfronterizos basados en Blockchain donde las cryptos se convierten en monedas
fiduciarias y tarjetas de débito pre pagadas de criptomonedas, abre un mundo de
alternativas, sobre todo en nuestra región, plagada de pésimos servicios,
costosísimas comisiones y alto grado de inseguridad.