Dentro de todo este
mundo cambiante de hoy hay algo que ciertamente sobresale: el internet de la
información, que inició un proceso del que apenas estamos viendo otra fase. La
abundancia de todas las notas que hay en la red genera un poderoso nivel de
ruido que provoca, entre otras cosas, un marcado abuso de cosas sin
trascendencia que se venden como nuevos paradigmas. Esto impide en muchas
ocasiones ver con claridad hacia donde está avanzando toda esta evolución
digital, en ningún caso virtual. Los conservadores desechan abruptamente toda
esta innovación, burlándose y presionando para incluso penalizarla o en el peor
de los casos imponer tal nivel de trabas regulatorias que harían imposible su
viabilidad. Por otra parte, los más audaces, los más insurgentes proclaman la
muerte del actual sistema, su inútil entorno y la victoria de la nueva era. Así
las cosas, algunos nos enfocamos más hacia avanzar a nuevas fases de evolución
desde que surgió internet, un banco en las nubes.
Definitivamente está
naciendo una nueva economía, la gran mayoría ni se entera de lo que está
pasando, continua con su vida como si todo siguiera igual, se despierta, hace
sus cosas y vuelve a dormirse. Otros creen saber que está pasando y juran como
los dinosaurios que solo será polvo cósmico sobre sus cabezas, confían
ciegamente que con unos ajustes menores seguirán reinando, su ignorancia solo
se equipara con su soberbia.
El resto nos movemos
dentro de nuestras propias creencias, aspiraciones, contradicciones, intereses
y expectativas sobre lo que se está gestando. Por cierto no de ahora, las cosas
se van dando fruto de muchos procesos aparentemente dispersos y desconectados
entre sí, llegado el momento comienzan a agruparse y pueden dar un salto
evolutivo o simplemente mejorar una que otra cosa. En este caso creo que
estamos en presencia de ese momento maduro y frente a una disrupción que
modificara ostensiblemente nuestra economía y por supuesto nuestra sociedad. Los
cambios, incluso para quienes se suponen mejores informados, los poderosos, los
avanzados o los genios, tampoco es que están totalmente claros, cada uno
intenta verlo y moldearlo a su visión y su poder, es la historia de todos
nosotros, el relato de la evolución.
La entrada del Bitcoin,
con mayúscula, la Blockchain y de varios, pocos en realidad, proyectos que
plantean desde hace unos años la descentralización, el código abierto y público,
lo privado y anónimo, lo seguro, la transparencia, el sin fronteras, lo rápido
y sin intermediarios, como el futuro, ha generado un cisma en los centros de
poder tradicionales de hoy. Puertas afuera se mofan, insultan y descalifican,
en lo interno los más moldeables e inteligentes se preparan, invierten y
alistan su nueva forma. Es que si no tuviésemos una memoria tan corta,
podríamos ver como en nuestra cortísima presencia en este mundo, a la
tecnología no la detiene nadie, se puede transformar, hacer el bien o el mal,
dañar y por supuesto procurar controlarla para beneficio de unos pocos, pero
definitivamente no podrás impedir que avance.
Datos reales moldean
parte de lo que pasa: en el 2020 se estima que 450 millones de personas usen
billeteras digitales para procesar sus pagos, de 4200 fintech en 2016 hoy
existen más de 7200 y sumando, mientras tanto la bancarización en América
Latina y África sigue en niveles menores al 50% y aunque continúan siendo
números relativamente menores, la cantidad de usuarios de criptomonedas está en
aumento, al igual que el resto de los componentes del ecosistema: ATM,
comercios, Wallets, etc, igualmente de acuerdo a IBM un 66% de la banca mundial
tendrá productos comerciales Blockchain para el 2020 y para ese mismo año el
negocio digital estima representar un 24% del comercio global. Podríamos pasar
un buen rato ponderando números, pero esa no es la idea, sin embargo siempre es
bien importante ver cómo se va avanzando dentro de este proceso para poder
intentar entenderlo y asumirlo.
El tema ya no solo se
circunscribe a la regulación de las criptomonedas, esta nueva economía nos está
dando señales de que la cosa va muchos más allá. A los actores que uno entiende
como normales, como el sistema financiero tradicional, las fintech y las
criptos, debemos sumarle unos híbridos de consorcios de grandes comercios y
empresas muy diversas que quieren formar parte en la economía tokenizada. Estos
gigantes poli-omnipresentes, abarcan todos los sectores económicos que nos
podamos imaginar, con presencia mundial, una base de clientes de millones y un
apetito voraz por estar en la primera línea, están dando fuertes clarinadas de
haber entendido a cabalidad, sino la totalidad, una muy buena parte de lo que
se está construyendo hoy para llegar a ese futuro, la Blockchain les dio la
llave.
Un banco de nubes, quizás,
y solo quizás, los hoy tokens de utilidad se conviertan en el primer nivel de
la nueva economía. Alibaba Group, la empresa eCommerce más grande del mundo,
junto a su Ant Financial, su Fintech convertida hoy en indispensable para
millones que renunciaron al efectivo y tarjetas, y hoy abrazan el móvil, además
de Alipay con sus 700 millones de usuarios y un grupo que abarca sectores tan
disímiles como los medios de comunicación, telecomunicaciones, logística,
análisis de datos, etc, tocan la puertas de la blockchain para adelantarnos
hacia terrenos hasta ahora no explorados por nadie.
Tradelens, como dice su
web: “Digitalizando la cadena de suministros global, para romper los silos de
información, agilizar los procesos comerciales y maximizar la utilización de
activos”, de la mano de Maersk e IBM, junto a 94 organizaciones abarcan, en
principio, a unos 234 puertos marítimos en todo el mundo. El Openbazaar,
mercado descentralizado, “una aplicación peer to peer que no requiere
intermediarios, lo que significa que no hay tarifas ni restricciones”, lanzado
apenas en 2016 y que hoy enlista a más de 1500 criptomonedas.
Asistimos entonces a
una verdadera disrupción tecnológica, social, económica y política mundial. La
Blockchain está sirviendo para amalgamar una economía cifrada de implicaciones
impensables hasta hace poco. No solo es el poder inmenso de las criptomonedas,
sino de un ecosistema que ha venido avanzando de forma dispersa en estos años,
pero que comienza a buscar caminos nuevos. Rutas que pasan desde bancos
centrales emitiendo criptos para intercambios interbancarios mundiales,
gigantes sectoriales compitiendo con sus propios sistemas internos donde puedes comprar, vender,
prestar, ahorrar, guardar, enviar, etc, sin limitaciones ni fronteras y
emprendimientos de criptomonedas procuran un espacio en el modelo o modelos por
venir.
Una economía
tokenizada, que en este momento presenta un abanico de posibilidades, actores y
resultados impredecibles, donde las hasta ahora funciones claras y precisas de
cada quien: bancos, comercios, industrias, gobierno muestran líneas que se
entrecruzan, se sobreponen y en muchos casos surgen nuevos modelos, nuevos
actores, nuevas formas de asociación y gestión. Por eso he insistido que la
forma en la que muchos tratan lo que pasa tiene un gravísimo error: cada uno se
queda en su óptica y trinchera, no logran transcender que sea lo sea que vaya a
ir surgiendo de todos estos procesos, no se parecerá en nada a lo conocido
hasta ahora y no puede ser tratado con los argumentos de una economía como la
que está a punto de dejar de funcionar en los próximos años.
Apenas asomamos algunas consideraciones en esta oportunidad, nuestro banco de nubes no es único, no
tiene una sola característica, no es homogéneo, no tiene una sola pieza, pero
ciertamente será mundial.
Publicado originalmente en Agora Chain