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El mito de la adopción del bitcoin en Venezuela.

lunes, 21 de enero de 2019

                                                                            Pixabay

Descentralización, transparencia, consenso, código abierto, son algunas de las bases y características fundamentales que hacen de la blockchain una disrupción real y profunda. Lamentablemente muchos actores dentro del propio ecosistema cripto parecen no tener muy claro estas cosas y actúan, escriben y declaran como los mismos representantes del centralismo, la manipulación y las medias verdades. No han entendido que para parecer hay que ser, esta evolución no es cosmética, ni figurativa, pretende convertir el mundo en un lugar mejor y en iniciar distintos procesos que apunten a cambiar las cosas hacia estados más inclusivos, democráticos, abiertos y evolucionados. 

El caso de Venezuela es un fiel ejemplo de que no todo lo que se dice y se asegura sobre el bitcoin, la adopción y las criptomonedas son ciertos. Varios son los actores y factores que contribuyen a diseminar informaciones falsas, realidades tergiversaras y datos sacados fuera de contexto. Cada uno con sus intereses particulares ha contribuido a dar la sensación de que estamos frente a un país donde prácticamente en cada esquina se negocia y se intercambian las cryptos, de que existe un acentuado conocimiento de las mismas, que la adopción comercial es enorme e incluso, los más atrevidos, de que tenemos un gobierno de avanzada sobre el tema.  

Quienes nos hemos sumado de manera total a esta evolución disruptiva apostamos por lograr ciertamente una masiva aceptación de las misma, ahora, lo hacemos practicando su esencia, es que una cosa es el comprar bitcoin por la imperiosa necesidad de proteger el menguado patrimonio y otra muy diferente es hablar de adopción así como así. Los venezolanos acorralados entre una híper inflación de niveles siderales y un Estado policial que procura por cualquier medio establecer un férreo control de todo lo que haces, han encontrado en las criptomonedas, fundamentalmente en el bitcoin con más del 95% de participación en el mercado, una válvula de escape y protección. 

Aquí se compra bitcoin para guardar y/o vender, y liquidar por dólares, por un número de nacionales importante, pero que no es tan grande como se ha vendido. Entra en juego el tema de los números, los datos y las estadísticas, que muy posiblemente sean sencillas, públicas, confiables y relativamente fáciles de obtener en otros países, desgraciadamente  Venezuela es un país ‘sin datos’, un reciente trabajo de investigación periodística de Efecto Cocuyo algo por lo demás muy bueno, decía “En las últimas dos décadas, las autoridades de Venezuela fueron dejando de lado datos vitales de la población. El resultado de esa política es hoy un país de cifras extraoficiales, donde la institucionalidad está desestructurada y en su lugar reina la improvisación, el caos y la corrupción, bajo el amparo de la opacidad, donde todo se oculta”. Y eso aunado a una marcado desmantelamiento de organizaciones privadas, dedicadas con éxito en el pasado a proveernos de informaciones fiables, completan una tormenta perfecta de oscurantismo en tiempos de blockchain. 

En estos días alguien comparaba la ‘gran aceptación del bitcoin’ por que superaba las inversiones en la bolsa de valores, por favor, ¿Cuál bolsa de valores?, el mercado bursátil aquí es prácticamente inexistente, en nuestro país es por demás público y notorio la huida del país de grandes empresas mundiales, la expropiación y posterior destrucción de cientos de compañías nacionales, el cierre de muchísimas otras más que no han podido mantener sus actividades. Nada bueno le hace a todo nuestro ecosistema este tipo de aseveraciones fantasiosas y sacadas totalmente fuera de contexto, las criptomonedas no son una isla y su desarrollo está enmarcado en la sociedad como un todo, no como una moda de números y ya.  
  
El conocimiento que se tiene sobre las criptomonedas en general también está contaminado con muchas medias verdades que cada quien cuenta de acuerdo a sus propios intereses, si bien existen desde hace relativamente poco tiempo un reconocido esfuerzo de parte de algunos proyectos serios y con fuerza mundial, unos grupos de cazadores de ingenuos y aprovechadores de oficio, con muy buena capacidad financiera y mediática, junto a un gobierno manipulador, se han encargado de distribuir una gran cantidad de barbaridades sobre la blockchain y las cryptos, es impresionante las cosas que se dicen en estos ‘talleres’ con la joya del Petro como portaestandarte, imagínense una ignorancia ya no por desconocimiento sino por cosas totalmente falsas pero dichas como verdades absolutas ante un público con muy pocas herramientas y opciones para discutirlas.

Quienes me han honrado con su presencia en mis diferentes eventos, tantos privados como públicos, saben de mi crítica frente a la Universidad venezolana,  y que salvo el inmenso esfuerzo por llevar información y formación publica de calidad a nuestro jóvenes, realizado directamente desde el Vice rectorado administrativo de la Universidad de Carabobo con su cátedra de CriptoEducacion, a las demás parece no importarle mucho este tema, cuando deberían ser precisamente estas instituciones quienes llevasen la iniciativa nacional  sobre la cadena de bloques.
   
Sobre el tema de la semblanza de quienes gobiernan hoy a Venezuela, me limitare a dos puntos que cada uno de ustedes podrán confirmar por sí mismos. Primero la historia del Petro, que ya se ha convertido en un cuento sin fin, lanzado originalmente hace un año y pocos días, ha pasado por tantas incongruencias como libros blancos, saltos entre cadenas, preventas con recaudación de fondos dispares y sin destino conocido, reventas y un largo etcétera de inconsistencias que fueron aderezadas finalmente por una especie de gurú que impone y decreta su precio, todo un movimiento descentralizado y democrático. Segundo, una ley sobre criptoactivos que nadie conoce, que nos es del dominio público, aprobada por una asamblea nacional constituyente que a pesar de su ilegal origen, impone sus decisiones con la fuerza del poder, todo un marco para el desarrollo. 

En definitiva tenemos una compleja realidad, sin blanco ni negros, nos movemos en una marcada zona gris que da ondulaciones dependiendo de las ópticas personales, pero que si miramos en profundidad podemos descomponer realmente lo que sucede: Estamos frente a un grupo de la población, para nada masivo, que compra crecientemente bitcoin fruto de la necesidad más que del convencimiento, esto, como la tecnología, por sí mismo no es malo ni bueno, depende de su utilización posterior lo que lo determinará, por supuesto que esto representa una muy buena oportunidad para expandir el uso de las criptomonedas en general y es bien importante aprovechar esa circunstancia para lograr que muchos más vean las posibilidades que brindan las cryptos, ese es parte del trabajo real. Fruto de la emigración de venezolanos hacia el exterior, el flujo de remesas hacia nuestro país abre una ventana de opciones, sin embargo, es fundamental entender que se debe avanzar con seriedad hacia la adopción personal y comercial real, que los venezolanos adquieran cryptos con facilidad en bolívares, que los comerciantes las reciban sin mayores complicaciones, que no tengan que realizar procesos engorrosos y complicados para su liquidación y contabilidad, se podrá en consecuencia ofrecer a la población la posibilidad cierta de manejar sus finanzas de manera independiente, segura y transparente, sin embargo, desconocer la injerencia dramática del gobierno en esta ecuación lo único que logra es retrasar y frenar esta opción, no conformes con aprobar una ley desconocida públicamente, lo que si saco en gaceta oficial es un decreto que establece que se va a cobrar impuestos a las transacciones en criptomonedas y dólares, claro, como siempre no hay detalles ni reglamentos de ‘como’ es que va a efectuar este proceso, lo que deja todo en las manos de la discrecionalidad de los funcionarios respectivos.

Apostamos y seguiremos contribuyendo con nuestro granito de arena para lograr verdaderas alternativas que impulsen la blockchain y las criptomonedas mucho más allá de la especulación financiera, la educación y formación es vital para hacer entender lo que realmente puede ofrecer esta disrupción, pero es necesario poner los pies sobre la tierra, aceptar que el marco político en el que esta Venezuela actualmente no ofrece precisamente certezas ni mucho menos seguridad y claridad. Entender y asimilar el contexto es la única forma en la que se pueden realizar planes y acciones que procuren la posibilidad de adopción real en nuestro país, de otra forma lo que seguiremos viendo es un grupo de venezolanos comprando bitcoin para intentar salvar un patrimonio que se destruye día a día a pasos estratosféricos.

 
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