Descentralización,
transparencia, consenso, código abierto, son algunas de las bases y
características fundamentales que hacen de la blockchain una disrupción real y
profunda. Lamentablemente muchos actores dentro del propio ecosistema cripto
parecen no tener muy claro estas cosas y actúan, escriben y declaran como los
mismos representantes del centralismo, la manipulación y las medias verdades.
No han entendido que para parecer hay que ser, esta evolución no es cosmética,
ni figurativa, pretende convertir el mundo en un lugar mejor y en iniciar
distintos procesos que apunten a cambiar las cosas hacia estados más
inclusivos, democráticos, abiertos y evolucionados.
El caso de Venezuela es
un fiel ejemplo de que no todo lo que se dice y se asegura sobre el bitcoin, la
adopción y las criptomonedas son ciertos. Varios son los actores y factores que
contribuyen a diseminar informaciones falsas, realidades tergiversaras y datos
sacados fuera de contexto. Cada uno con sus intereses particulares ha
contribuido a dar la sensación de que estamos frente a un país donde
prácticamente en cada esquina se negocia y se intercambian las cryptos, de que
existe un acentuado conocimiento de las mismas, que la adopción comercial es
enorme e incluso, los más atrevidos, de que tenemos un gobierno de avanzada
sobre el tema.
Quienes nos hemos
sumado de manera total a esta evolución disruptiva apostamos por lograr
ciertamente una masiva aceptación de las misma, ahora, lo hacemos practicando
su esencia, es que una cosa es el comprar bitcoin por la imperiosa necesidad de
proteger el menguado patrimonio y otra muy diferente es hablar de adopción así
como así. Los venezolanos acorralados entre una híper inflación de niveles
siderales y un Estado policial que procura por cualquier medio establecer un
férreo control de todo lo que haces, han encontrado en las criptomonedas,
fundamentalmente en el bitcoin con más del 95% de participación en el mercado,
una válvula de escape y protección.
Aquí se compra bitcoin
para guardar y/o vender, y liquidar por dólares, por un número de nacionales
importante, pero que no es tan grande como se ha vendido. Entra en juego el
tema de los números, los datos y las estadísticas, que muy posiblemente sean
sencillas, públicas, confiables y relativamente fáciles de obtener en otros
países, desgraciadamente Venezuela es un
país ‘sin datos’, un reciente trabajo de investigación periodística de Efecto
Cocuyo algo por lo demás muy bueno, decía “En las últimas
dos décadas, las autoridades de Venezuela fueron dejando de lado datos vitales
de la población. El resultado de esa política es hoy un país de cifras
extraoficiales, donde la institucionalidad está desestructurada y en su lugar
reina la improvisación, el caos y la corrupción, bajo el amparo de la opacidad,
donde todo se oculta”. Y eso aunado a una marcado desmantelamiento de
organizaciones privadas, dedicadas con éxito en el pasado a proveernos de
informaciones fiables, completan una tormenta perfecta de oscurantismo en
tiempos de blockchain.
En estos días alguien
comparaba la ‘gran aceptación del bitcoin’ por que superaba las inversiones en
la bolsa de valores, por favor, ¿Cuál bolsa de valores?, el mercado bursátil
aquí es prácticamente inexistente, en nuestro país es por demás público y
notorio la huida del país de grandes empresas mundiales, la expropiación y
posterior destrucción de cientos de compañías nacionales, el cierre de
muchísimas otras más que no han podido mantener sus actividades. Nada bueno le
hace a todo nuestro ecosistema este tipo de aseveraciones fantasiosas y sacadas
totalmente fuera de contexto, las criptomonedas no son una isla y su desarrollo
está enmarcado en la sociedad como un todo, no como una moda de números y ya.
El conocimiento que se
tiene sobre las criptomonedas en general también está contaminado con muchas
medias verdades que cada quien cuenta de acuerdo a sus propios intereses, si
bien existen desde hace relativamente poco tiempo un reconocido esfuerzo de
parte de algunos proyectos serios y con fuerza mundial, unos grupos de
cazadores de ingenuos y aprovechadores de oficio, con muy buena capacidad financiera
y mediática, junto a un gobierno manipulador, se han encargado de distribuir
una gran cantidad de barbaridades sobre la blockchain y las cryptos, es
impresionante las cosas que se dicen en estos ‘talleres’ con la joya del Petro
como portaestandarte, imagínense una ignorancia ya no por desconocimiento sino
por cosas totalmente falsas pero dichas como verdades absolutas ante un público
con muy pocas herramientas y opciones para discutirlas.
Quienes me han honrado
con su presencia en mis diferentes eventos, tantos privados como públicos,
saben de mi crítica frente a la Universidad venezolana, y que salvo el inmenso esfuerzo por llevar
información y formación publica de calidad a nuestro jóvenes, realizado directamente
desde el Vice rectorado administrativo de la Universidad de Carabobo con su
cátedra de CriptoEducacion, a las demás parece no importarle mucho este tema,
cuando deberían ser precisamente estas instituciones quienes llevasen la
iniciativa nacional sobre la cadena de
bloques.
Sobre el tema de la
semblanza de quienes gobiernan hoy a Venezuela, me limitare a dos puntos que
cada uno de ustedes podrán confirmar por sí mismos. Primero la historia del
Petro, que ya se ha convertido en un cuento sin fin, lanzado originalmente hace
un año y pocos días, ha pasado por tantas incongruencias como libros blancos,
saltos entre cadenas, preventas con recaudación de fondos dispares y sin
destino conocido, reventas y un largo etcétera de inconsistencias que fueron aderezadas
finalmente por una especie de gurú que impone y decreta su precio, todo un
movimiento descentralizado y democrático. Segundo, una ley sobre criptoactivos
que nadie conoce, que nos es del dominio público, aprobada por una asamblea
nacional constituyente que a pesar de su ilegal origen, impone sus decisiones
con la fuerza del poder, todo un marco para el desarrollo.
En definitiva tenemos
una compleja realidad, sin blanco ni negros, nos movemos en una marcada zona
gris que da ondulaciones dependiendo de las ópticas personales, pero que si
miramos en profundidad podemos descomponer realmente lo que sucede: Estamos
frente a un grupo de la población, para nada masivo, que compra crecientemente
bitcoin fruto de la necesidad más que del convencimiento, esto, como la
tecnología, por sí mismo no es malo ni bueno, depende de su utilización
posterior lo que lo determinará, por supuesto que esto representa una muy buena
oportunidad para expandir el uso de las criptomonedas en general y es bien
importante aprovechar esa circunstancia para lograr que muchos más vean las
posibilidades que brindan las cryptos, ese es parte del trabajo real. Fruto de
la emigración de venezolanos hacia el exterior, el flujo de remesas hacia
nuestro país abre una ventana de opciones, sin embargo, es fundamental entender
que se debe avanzar con seriedad hacia la adopción personal y comercial real,
que los venezolanos adquieran cryptos con facilidad en bolívares, que los
comerciantes las reciban sin mayores complicaciones, que no tengan que realizar
procesos engorrosos y complicados para su liquidación y contabilidad, se podrá
en consecuencia ofrecer a la población la posibilidad cierta de manejar sus
finanzas de manera independiente, segura y transparente, sin embargo, desconocer
la injerencia dramática del gobierno en esta ecuación lo único que logra es
retrasar y frenar esta opción, no conformes con aprobar una ley desconocida
públicamente, lo que si saco en gaceta oficial es un decreto que establece que
se va a cobrar impuestos a las transacciones en criptomonedas y dólares, claro,
como siempre no hay detalles ni reglamentos de ‘como’ es que va a efectuar este
proceso, lo que deja todo en las manos de la discrecionalidad de los
funcionarios respectivos.
Apostamos y seguiremos contribuyendo
con nuestro granito de arena para lograr verdaderas alternativas que impulsen
la blockchain y las criptomonedas mucho más allá de la especulación financiera,
la educación y formación es vital para hacer entender lo que realmente puede
ofrecer esta disrupción, pero es necesario poner los pies sobre la tierra,
aceptar que el marco político en el que esta Venezuela actualmente no ofrece
precisamente certezas ni mucho menos seguridad y claridad. Entender y asimilar
el contexto es la única forma en la que se pueden realizar planes y acciones
que procuren la posibilidad de adopción real en nuestro país, de otra forma lo
que seguiremos viendo es un grupo de venezolanos comprando bitcoin para
intentar salvar un patrimonio que se destruye día a día a pasos
estratosféricos.