En #Venezuela "La sexta extinción: Los alimentos de los venezolanos.
miércoles, 20 de enero de 2016
Los paleontólogos reportan cinco extinciones masivas en la historia de la Tierra, entre ellas la más famosa, la de los dinosaurios. Ante nuestros ojos podría estar ocurriendo la sexta, provocada no por el calentamiento global, sino por el socialismo: la desaparición completa de grupos de alimentos de la dieta de los venezolanos. Sí, el mismo país donde de niños nos dieron a mamar la cantaleta de que estábamos llenos de riquezas, lo que ahora trágicamente descubrimos que es una patraña, luego de 17 años en los que se ha vuelto leña el aparato productivo.
Durante las primeras semanas de enero, realicé una encuesta entre personas que hacían colas en el Oeste de Caracas, y también por teléfono y redes sociales. La pregunta: ¿qué alimento o grupo de alimentos has eliminado de tu dieta en los últimos meses? Tomé poco más de 100 respuestas que quizás no tengan la rigurosidad de Datanálisis, pero pueden servir de alguna referencia.
Los resultados, agrupados por grandes familias de nutrientes:
Proteína de origen animal: 33%. Subdivididas en: productos del mar (pescado, mariscos), 16%; carne y pollo, 10%; embutidos (jamón, salchichas y otros), 7%
Lácteos (leche, quesos, yogurt) y huevos: 21%
Alguno o algunos de los carbohidratos más populares (harinas de maíz y trigo, arroz, cereales de desayuno, galletas): 13%
Todos los granos (caraotas, lentejas, frijoles): 10%
Verduras, hortalizas y frutas: 7%
Frutos secos como almendras o nueces: 4%
Alguno de los productos regulados complementarios (azúcar, aceite, mayonesa): 2%
Champiñones, que en rigor, no pertenecen al reino animal ni vegetal: 1%
Respuestas negativas: 0%
Alimentos individuales más mencionados en general: atún y otros pescados (13%), el combo de los granos: caraotas, lentejas, frijoles, etc (10%), atún (7%), leche completa (7%), carne (6%) y Harina PAN (5%).
Quisiera dejar el mensaje de que no solo de productos regulados vive el ser humano. El porcentaje restante (9%) correspondió a rubros que quizás suenen chistosos, pero que contribuían a hacer la existencia un poco más tolerable: aceite de oliva, Nutella, suplementos de proteínas, complementos para diabéticos y otros regímenes especiales, arroz arborio para risotto, cereales como el Müsli de chocolate, mostaza. Hago constar que muchas de estas últimas respuestas no provinieron precisamente de personas que podríamos llamar burguesas.
Hasta allí los números. Los testimonios palpitantes en carne y hueso que te puede dejar una experiencia extrema como esta son infinitos y conmovedores. Seleccionaré, al menos, un top ten de respuestas significativas:
“Mijo, su pregunta me da ganas de llorar, me pone depre. Son muchos productos, infinitos. Caraotas, lentejas, leche, carne. Ya no comemos, medio comemos. De vez en cuando compramos sardina” (Arminda M., señora en una cola)
“La Harina PAN la compras a bachaqueros o no la consigues. Yo tiré la toalla. La sustituí por yuca sancochada” (Norma F., en Catia)
“Es una tontería, pero por ejemplo, desde hace dos años, cada vez que alguien viaja, pido queso tipo americano (Facilistas). Es algo totalmente prescindible pero me gustaba mucho y lo conseguía con regularidad” (César Augusto M.)
“Ya eliminé todos los granos y estoy a punto de prescindir del atún, lo que en mi caso es grave” (Jimmy C.)
“Azúcar no compro desde hace un año. Carne, compro la cuarta parte de lo que compraba. El pescado lo eliminé. Atún en lata, borrado de mi lista”. (Elena C.)
“Soy buena cocinera y hasta no hace mucho, mi sueldo daba para comer bastante bien. Adiós a las caraotas de todos colores, garbanzos y los otros granos. En casa solos somos dos y hemos disminuido carne y pollo, también vegetales” (Herminia T.)
“El cartón de huevos está desaparecido, en Margarita cuesta hasta 1.800 bolos” (Carlos M.)
“No consigo leche, granos, aceite de maíz. No puedo pagar lomito, pechuga de pollo, nueces, almendras, aceite de oliva, jamón y queso que sea de más de una variedad” (Margarita A.)
“Pana, ¿la pregunta es en serio? Lo más reciente son los huevos, pero básicamente todo lo que está regulado y que por ende se bachaquea. Es inaccesible para mí, no tengo tiempo para hacer siete horas de cola. Si me das chance te hago la lista” (Gustavo T.)
“En realidad ya no sé ni qué estoy comiendo. Pollo cuando consigo, arepa, lechuga, tomate. Por primera vez en muchos años he vuelto a comer Diablito y a tomar refresco” (Luz R.)
“¿Verduras, hortalizas y frutas? Hermano, eso quedó para Sasha Fitness nada más, y de vaina”(Juan S.)
Ante el vacío de informacion en los organismos oficiales, el llamado de alerta ha sido tomado por instituciones privadas como la Fundación Bengoa. “Solo será a mediados de año cuando tendremos los resultados oficiales de de 2015 de ENCOVI, la encuesta anual de condiciones de vida en la que colaboramos junto a las universidades UCV, USB y UCAB. Podemos adelantar que 20% o más de los venezolanos ha dejado hoy de hacer las tres comidas al día. En algunos casos, solo consumen 40% del aporte de energía que requieren diariamente (alrededor de 2.300 calorías)”, advierte Pablo Hernández, nutricionista de la Fundación y profesor de Nutrición Humana en la UCV.
“Se está produciendo el fenómeno que denominamos hambre oculta: personas en las que a simple vista no apreciamos los dignos clínicos de la desnutrición, que parecen estables o hasta normales, pero que en los exámenes muestran niveles deficitarios de calcio, hierro, vitaminas o ácido fólico. De persistir, el hambre oculta derivará en déficit nutricional pleno. En adultos, limitará su capacidad de trabajo. En niños, comprometerá su estatura y desarrollo cognitivo”, sentencia Hernández.
“Las personas ya no pueden ni planificar un menú para la semana: hoy plátano, mañana arroz. No. Es lo que consigas. Yo también como. Hoy recorrí cuatro supermercados y solo había toallas sanitarias y papel higiénico. La gente me dice que está comprando tres muslitos de pollo en los mercados municipales y esas son sus proteínas para 15 días. Comen carne roja o blanca un solo día, solo dos veces al mes. Vamos a seguir viendo obesos, pero obesos desnutridos, además de los desnutridos auténticos. Lo que más nos preocupa son los niños”, denuncia Lesbia González, ex presidenta del Colegio Nacional de Nutricionistas.
Todos los grupos de alimentos presentan déficits en este momento, según Pablo Hernández de la Fundación Bengoa, pero el que más preocupa es el de las proteínas:
“Hay un descenso radical en los lácteos. Estamos registrando consumos de leche de alrededor de 80 gramos por semana, cuando el requerimiento de calcio para un niño debería ser esa misma cantidad por día. Cuando llega la proteína animal a a establecimientos como PDVAL o Mercal, lo hace en presentaciones donde 30% o 40% es de contenido graso, como el pollo entero. La gente está sustituyendo carne y pollo por mortadela, boloña o salchichas, de alto contenido graso y bajo contenido proteico. Recurrir a proteína vegetal está muy difícil, porque no hay granos que se puedan combinar con cereales para obtener los aminoácidos esenciales. Todos los seres humanos, no solo los niños, necesitan proteínas, así sea una ración diaria pequeña. Transportan hierro, reponen estructuras óseas, músculos y tejidos que se degradan, además de las hormonas, el sistema inmunológico y las secreciones para la digestión”.
“Los vegetales y frutas no se consideran prioritarios en ninguna política pública. No los puedes adquirir a un costo más económico en ninguno de los establecimientos oficiales”, agrega Hernández. “Se subsidian las grasas y los carbohidratos procesados como la harina precocida y el arroz blanco. La actual crisis podría ser una oportunidad irrepetible para que el Instituto Nacional de Nutrición y el Ministerio de Alimentación acepten la gravedad de la situación, publiquen cifras oficiales, eduquen a la población y promuevan la pesca y la producción, entre muchos otros productos que antes exportábamos, de alternativas más saludables de carbohidratos como la yuca, la papa e inclusive el sulú, un tubérculo amazónico casi desconocido e ideal para los que celíacos no pueden digerir el gluten”.
Carol Rodríguez, nutricionista y dietista que ha colaborado con talleres del INN, se resiste a sucumbir al fatalismo. “La Organización Mundial de la Salud recomienda 75% de proteína de origen vegetal y 25% de origen animal, y nosotros en Venezuela estábamos acostumbrados a una proporción casi inversa. Hay algunos de mis pacientes que no tienen ni la menor idea de que se puede hacer una arepa con tubérculos de mayor calidad nutricional que la harina de maíz. Si preparas una torta de batata, por ejemplo, con lo que ahorres puedes ir a comprar los huevos o los granos, que sé que están carísimos. En cualquiera de los casos vas a gastar mucho, pero es preferible hacerlo de manera eficiente. La proporción ideal en un plato es de la mitad de vegetales, un puñito de carbohidratos y la palma de una mano de proteínas, sin contar los dedos”.
“Es impresionante, por citar un caso, que de 1.500 hogares evaluados en 2015 de todas las clases sociales, ni en uno solo se haya consumido manzanas o peras, frutas que, aunque, importadas, antes eran bastante familiares”, revela Pablo Hernández en la Fundación Bengoa. Con el petróleo lanzándose en paracaídas como Edgar Ramírez en Punto de Quiebray Venezuela cada vez más parecida al planeta Jakku del Episodio VII, habrá que preparar al estómago para muchos otros asombros.
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