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Venezuela, crónica de un cono.

martes, 20 de diciembre de 2016


Yeferson terminaba de comer, era el último paquete de pasta que le quedaba, María José, su esposa, trataba de no demostrar su temor ante el viaje desde Valencia hasta San Antonio, para buscar la manera de comprar productos básicos, salía a las 4pm del Big Low en un bus que lo dejaba en San Cristóbal, donde uno primos lo llevarían hasta la frontera con Colombia, con suerte estaría llegando el sábado cerca del mediodía y se quedaría para cruzar el domingo hacia Cúcuta.

Llevaba lo que pudo reunir, todo en billetes de 100, cargar de otra denominación es casi imposible, tendría que llevarlos en sacos, así y a pesar de los riesgos que hoy implica en Venezuela viajar por carretera y más hacia la frontera, Yeferson entendía que era la única manera de poder rendir un poco los aguinaldos de la familia, comprar arroz, azúcar, leche, pasta, harina y tener un Diciembre lo menos triste posible.

Luego de pasar, junto con miles de venezolanos más, se dedicó a buscar lo necesario, eran casi las 2pm de ese Domingo cuando todo se volvió un desastre, el presidente acaba de anunciar la eliminación del billete de 100 y el cierre inmediato de la frontera, todo se fue al demonio, nadie sabía a ciencia cierta que pasaba, como pudo regreso al paso fronterizo, la mitad de lo que traía tuvo que dárselo a los guardianes de la patria para poder pasar, prácticamente no compro, pero a pesar de todo eso, había tenido suerte, miles se quedaron varados del otro lado, sin productos y sin dinero. Con ayuda de sus primos regreso a Valencia, sin real, con poca comida y con una terrible sensación de rabia e impotencia.

La profunda crisis que atraviesa Venezuela, no responde, en este caso, a retrasos en la llegada de nuevos billetes, tampoco a ninguna “conspiración internacional”, nada de eso es realmente cierto, el daño económico es estructural y las medidas tomadas por el gobierno, simplemente parecen hacer salido de círculos, que están totalmente divorciados de la realidad cotidiana.

Los actos de saqueos y violencia que sucedieron en las últimas horas, son la consecuencia de un daño atroz que se le ha hecho a todo el sistema productivo, a la economía y particularmente a una sociedad que frente a la escasez y a la brutal inflación, siente como va sumiéndose en el caos y la miseria, a las interminables colas para poder adquirir productos básicos, se le suma una escalada de precios que no pueden soportar la gran mayoría de los bolsillos de los venezolanos.

La producción nacional prácticamente no existe, la gran mayoría de los productos que consumimos los venezolanos son importados, las pocas empresas que todavía tercamente insisten en apostar por el país, en lugar de ser reconocidas por el gobierno, son perseguidas, multadas y sometidas al escarnio público, como si fueran vulgares delincuentes, la inmensa incapacidad del sector oficial por resolver adecuadamente la crisis, se manifiesta dramáticamente, en las cientos de empresas que fueron expropiadas y que hoy lamentablemente son un museo de desidia, abandono y corrupción.

La implementación de un nuevo cono monetario, lógicamente no resolvería la situación del país, no es esa su función ni su diseño, tan solo aliviaría el proceso de transacciones financieras y de efectivo diario a la población, sin embargo, ni esto lo han hecho bien y en su lugar han originado un vendaval, que ha destruido una buena cantidad de empresas en importantes ciudades, un sentimiento de incertidumbre en grandes capas de la población y una sensación de que terminaremos un año envueltos en perspectivas nada halagadoras para el futuro.
 
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