Los jóvenes ahora encabezan la venta de café en las principales calles y avenidas de Barquisimeto.
Heisner Bracho tiene 17 años y habita en la comunidad de El Ujano. A las 3:00 de la mañana se levanta a hacer el café y echarlo en el termo con el que recorre “medio Barquisimeto”. Cuando vacía el primer termo, en un día bueno, regresa a recargarlo. Su segunda jornada termina a las 11:00 de la noche. Así lleva desde los 11 años ganándose la vida porque decidió no estudiar. Se convertirá en padre dentro de pocos meses, por lo que debe esforzarse cada día más vendiendo café. “Uno lo hace para sobrevivir. No hay empleo y toca vender lo que sea para llevar la comida a la casa”, dice Heisner. La piedra en el camino es el costo del café, el cual por kilo es vendido en 10.000 bolívares mientras que el kilo de azúcar alcanza los 4.000 bolívares.
Otra historia fue la que Eduar Vásquez comparte. Tres meses tiene su esposa de embarazo y a sus 25 años le toca transitar las calles ofreciendo café a 150 bolívares. Dijo que es albañil; pero, precisamente por la falta de trabajo, le tocó comprar un termo y hacer maromas para comprar el café, prepararlo y venderlo. “Sin trabajo es bastante fuerte porque a diario uno necesita comprar comida. Al menos vendiendo café se hace algo y poder vivir”, declara el vendedor, quien comenta que recorre adyacencias del Hospital Central, Vargas, centro, entre otras zonas de la ciudad.
Las mujeres también pasan a la fila de vendedoras de café. Se trata de jovencitas que se ven a primeras horas de la mañana con la bolsa de vasos y el termo en sus manos ofreciendo café. Algunas describen no sentir pena y hasta se van a Mercabar a vender café. El termo se vacía en un cerrar y abrir de ojos, comentan. “Yo sí le echo pichón porque estudio y necesito dinero”, expresó María Rodríguez.
MANZANILLA
Manzanilla y chocolate caliente son parte de lo que también venden en los termos. Sin embargo, todos prefieren el café que a toda hora lo consumen las personas. Es una dosis.
Publicado en: El Informador
