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Mafias, sobreprecios y estafa: lo que sea por un pasaje aéreo.

miércoles, 15 de febrero de 2017



Comprar un pasaje de avión se ha convertido en un verdadero viacrucis. Muchos viajeros quedan excluidos por los precios o por no tener acceso a un círculo privilegiado de operadores que, valiéndose de sus conexiones y chanchullos, hace su negocio redondo. El mercado negro es tan real como el bachaqueo de harina de maíz. Por donde se mire, las garras de un Estado corrompido empuñan su furia.

La planificación de un viaje comienza con la compra de un boleto, pero la deuda de más de 3.800 millones de dólares que todavía tiene el Gobierno venezolano con las aerolíneas internacionales ha hecho que la baja disponibilidad de asientos se mantenga, al igual que la poca frecuencia de vuelos. En medio de esta situación, hay quienes han visto en la venta de pasajes fuera de los canales una “ganga”. Una oportunidad ilícita de negocio.

Las prisas para salir de estas fronteras tienen un precio. Los más apresurados comienzan a preguntar entre sus contactos “quién conoce a alguien que consiga un pasaje”. Enseguida, las esperanzas revolotean en la mente del interesado: encontrar un boleto, en la fecha deseada y a un precio moderado. Hay quienes lo logran, pero también hay personas que pagan y reciben en sus manos un boleto falso.

Yuliana Rodríguez*, quien prefiere refugiarse en el anonimato, cuenta cómo fue estafada con un pasaje aéreo ficticio a Ecuador en 2015. Ya había viajado en dos oportunidades a Cuba gracias al trabajo que había hecho su “agente de confianza”. Pero su contacto esta vez no fue tan honesto. Cuando hizo la solicitud ante una entidad bancaria para el cupo Cadivi de inmediato la Superintendencia de las Instituciones del Sector Bancario de Venezuela (Sudeban) le hizo una suspensión “temporal” de todas sus tarjetas de crédito. Ella debía poner la denuncia ante la Fiscalía. “La introduje y Ministerio Público me señaló como víctima. Debía esperar que el ente dijera que realmente había sido estafada para que el banco pudiera desbloquear mis tarjetas. Lo cierto es que, como todo en este país, el sistema judicial hasta el sol de hoy no ha determinado nada de mi caso y sigo penalizada hasta el mes de noviembre de este año. Ahorita la cosa está ruda y no sabes cuánta falta me han hecho mis plásticos”, matiza con cabeza cabizbaja.

El no pago en concepto de liquidación de dólares por las ventas en bolívares durante 2013 y 2014 llevó a las aerolíneas a disminuir la frecuencia de vuelo y a reducir el número de pasajes que venden en la moneda local para ofertarlos en dólares. Esto hizo que Rodríguez recurriera a un tercero debido a que era muy “difícil” conseguir pasaje por los canales regulares. Ya el daño estaba hecho y nada bueno pasaría. “No fui directamente a una aerolínea porque ya se sabía que no había pasajes. Recurrí a una persona que le había comprado anteriormente boletos y hasta la recomendé a otros compañeros. Nunca hubo alguna novedad. Me estafaron y alerté a otros”. Rodríguez pagó por el ticket de Caribbean Airlines 40.000 bolívares y hasta la fecha de hoy no ha podido recuperarlos ni tampoco ha dado con el estafador.

El negocio redondo

Adquirir un boleto en la aerolínea Conviasa devino calvario o proceso tedioso para los clientes. Los interesados tienen que estar desde tempranas horas de la mañana en alguna de sus sedes para obtener un billete o estar atentos a la página web y correr con suerte cuando por misericordia la empresa “libere el sistema de compra”. Indiferentemente del destino y fecha, la cola en sus oficinas es para todos… la disponibilidad y mayores detalles de los viajes deben ser consultados directamente a los operadores de ventas.

En algunas de las sedes de la compañía aérea venezolana —Hotel Alba, Chacao y Maiquetía— los vendedores alegan que “no hay pasajes”. Así lo confirma Vanessa*. Vive en Valencia y se trasladó a Caracas porque allá encontrar un boarding pass para Buenos Aires es imposible. “Siempre vengo para acá y llego antes de las siete de la mañana. Ya estoy cansada. Me pelotean, me dicen que llame por teléfono o que espere en la página. Quiero irme en marzo, pero si no consigo nada me tocará comprar por fuera”, exclama con voz queda.

Conseguir el ticket que abra las puertas de escapatoria de Venezuela se paga bien caro. No importa que un operador diga que un pasaje con destino a Buenos Aires cueste 780.000 bolívares, tarifa oficial. Dentro la empresa, hay quienes se prestan para revender o “bachaquear”. Para este reportaje se le consultó a un trabajador vía mensajería de texto. La labor de este “agente” entrevistado, según cuenta, es superar la burocracia que hay dentro del consorcio estatal, incluyendo los individuos que se encuentran inmersos en mafias. La fuente, que también protegió su identidad, reconoce que hay que tener paciencia para comprar un pasaje y que a Conviasa no le interesa vender sino revender. “Los que más ganan son ellos. Aquí todo se mueve por contactos”, pontifica lo sabido. Lo obvio.



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