Víctor Alvarez: Tras 14 años, el Control de Cambio fracaso.
sábado, 18 de febrero de 2017
Hace 14 años, en febrero de 2003, el Ministerio de Finanzas y el Banco Central de Venezuela, a través del Convenio Cambiario Nº 1, aprobaron una política de control de cambios y decidieron centralizar en el instituto emisor la compra-venta de divisas, con base en los siguientes considerandos:
1. Que la disminución de la oferta de divisas y su demanda extraordinaria ha afectado las reservas internacionales y el tipo de cambio, lo cual podría poner en peligro el normal desenvolvimiento de la actividad económica en el país.
2. Que se ha evidenciado una sustancial reducción de las exportaciones de la industria petrolera nacional, lo cual ha afectado significativamente las cuentas de la nación.
3. Que es necesario adoptar medidas destinadas a lograr la estabilidad de la moneda, asegurar la continuidad de los pagos internacionales del país y contrarrestar movimientos inconvenientes de capital.
A lo largo de estos 14 años, los propios datos del BCV demuestran que ninguno de los objetivos planteados en el Convenio Cambiario N° 1 fueron cumplidos:
• El control de cambios no pudo detener la fuga de capitales: la baja tasa de cambio oficial en comparación con el dólar paralelo opera como un incentivo perverso para cometer toda clase de fraudes a la Nación, tales como: la sobrefacturación de importaciones, la subfacturación de exportaciones, el registro de deuda externa ficticia, la creación de empresas de maletín, los raspacupos de tarjetas de crédito, la reventa del cupo electrónico, etc. que alimentan la fuga de divisas y agotan las reservas internacionales.
• El control de cambios no estabilizó el precio de la divisa: la tasa de cambio oficial se devaluó del equivalente a 1,6 Bs/$ en 2003 a 690 Bs/$ en 2017, mientras que el dólar paralelo ha llegado a ser 400 más que la tasa Dipro de 10 Bs/$. Semejante brecha es un perverso incentivo para los cazadores de rentas que logran capturar el dólar barato para luego revenderlo más caro.
• El control de cambios disolvió el poder de compra del bolívar: la brecha entre los diferentes tipos de cambio corrompe el sistema de precios que se rige cada vez más por el dólar paralelo. Las distorsiones cambiarias disolvieron el efímero bolívar fuerte, al extremo que se hizo necesario acuñar un nuevo cono monetario con billetes de hasta 20 mil bolívares.
• El control de cambios instauró una ruinosa sobrevaluación: al anclar la tasa de cambio y no corregir el diferencial inflacionario entre Venezuela y sus socios comerciales, el mayor poder de compra externo del bolívar convertido en dólares facilita toda clase de importaciones gubernamentales que arruinan la producción nacional y desemboca en la desindustrialización y reprimarización de la economía.
• El control de cambios estimuló la dolarización: el auge inflacionario obliga a proteger el poder de compra de los ingresos y por eso el precio y las operaciones de compra-venta de bienes de valor se fijan cada vez más con base en la cotización del dólar paralelo.
El control de cambio como medida de política económica luce totalmente agotado. Se mantiene porque el gobierno lo utiliza como un mecanismo de dominación política que le permite decidir a quién favorecer con las asignaciones de la divisa subsidiada. De hecho, el gobierno terminó financiando a los capitalistas rentistas que tanto critica. A ellos les asignó las divisas baratas de la renta petrolera para que la depositaran en el exterior, vivieran de los intereses y acumularan escandalosas fortunas al revender en el paralelo los dólares baratos que conscientemente les fueron asignados a dedo a través de Cadivi, Cencoex, Sitme y Sicad I y II, Dipro y Dicom.
Con el mayor cinismo, el Gobierno se obstina en denunciar la guerra económica como una conspiración del imperialismo y sus testaferros locales para capturar las divisas del pueblo, cuando en realidad los incentivos perversos del control de cambio estimularon la complicidad entre funcionarios, especuladores cambiarios y empresarios corruptos para controlar la asignación discrecional y arbitraria de las divisas de la renta petrolera. Son mafias y bandas que no pueden evadir su responsabilidad y deben rendir cuentas por los daños causados a la Nación.
Con la caída de la producción y de los precios del petróleo, al gobierno se le ha puesto la situación tan apretada, que la única opción que le está quedando para generar ingresos fiscales es vender más caros los petrodólares. El sacrificio fiscal que implica vender más del 60% del menguado ingreso en divisas a la tasa Dipro de 10 Bs/$ -justo cuando el gobierno está urgido de recursos para evitar una nueva debacle en las elecciones de gobernadores y alcaldes-, se hace insostenible y anuncia los últimos días de la tasa Dipro.
La unificación cambiaria en torno a la tasa Dicom de 690 Bs/$ no solo generaría más bolívares al gobierno, sino que también ayudaría a drenar el exceso de liquidez que presiona la inflación y la cotización del paralelo. En lugar de recibir solo 10 millones de bolívares por cada millón de dólares que se liquiden a la tasa Dipro, el gobierno obtendría 690 millones si los vende a la tasa Dicom. Así, aun cuando venda menos dólares, obtendría más bolívares y un vez más en la Venezuela rentista, la devaluación con fines fiscales será la medida que el gobierno tiene al alcance de la mano para generar ingresos que le permitan alimentar su gasto populista y clientelar.
Pero para estabilizar la tasa de cambio, erradicar los incentivos perversos a la corrupción, recuperar el poder de compra del bolívar y fortalecer las reservas internacionales, el gobierno tendría que eliminar el control de cambio y preservar una nueva tasa de cambio que exprese la verdadera productividad y competitividad del aparato productivo nacional, eliminando así la discrecionalidad y falta de transparencia que imponen los cazadores de rentas y especuladores cambiarios cuando logran controlar el acceso a las divisas preferenciales.
Víctor Alvarez
Publicado en: El Estimulo