En el centro de Maracaibo crecen las “farmacias” sin ningún control.
viernes, 3 de febrero de 2017
El sol quema la piel, la temperatura ronda en los 36 grados centígrados, y en pleno centro de Maracaibo camina Glenda Camuña buscando el antihipertensivo que necesita su madre, de 78 años. Ha visitado 15 farmacias de la capital zuliana, sin contabilizar las que consultó vía telefónica en San Francisco. En todas obtuvo la misma respuesta: “No hay Concor, señora”.
Llegar al unicentro Las Pulgas fue su última alternativa de búsqueda desesperada. “¿Qué busca, señora?”, le preguntó uno de los buhoneros de la primera hilera de vendedores. “Un antihipertensivo, mijo”, le respondió. Este chamo sin titubear le dijo: “Si no se quiere meter tan adentro del mercado, donde seguro lo va conseguir, aquí en los pasillos hay varios vendedores, pero dígale que le hagan la caridad, porque ellos tienen cajas llenas”.
Glenda, quien reside en Monte Claro, y puede contar con los dedos de una mano las veces que ha pisado Las Pulgas, prefirió seguir su búsqueda en suelo cercano a la avenida Libertador. En uno de los pasillos del unicentro, encontró a la primera vendedora, que le ofreció fue Valsartán, en dos presentaciones: la venezolana, en casi 8 mil bolívares, y la colombiana en cinco mil.
“Ella me comentó ‘no mija, en todo el mercado no vas a encontrar ese medicamento. Habla con el médico para que se la cambie’, como si fuera una experta empezó a explicarme los compuestos, pero preferí seguir buscando”, detalló.
A escasos 30 metros, había dos puestos más, uno al lado del otro. En estos combinaban venta de fármacos, productos alimenticios regulados nacionales y los de marca neogranadina.
Ordenados por rubros, como si fuese una farmacia formal, los tenían en estos dos “tarantines”. “Allí el hombre, con acento colombiano muy marcado, me dijo: ‘Venga por aquí señora, vamos a buscar en la cajita’. Sacó una caja de cartón grandísima donde se mezclaban medicamentos en pastillas y suspensión. Total allí solo me sacó Anlodipina en 3 mil bolívares, pero en una caja vieja y remendada en cinta plástica”, relató la marabina.
Glenda extendió su búsqueda hasta los buhoneros que se ubican en las cercanías del Terminal, a 100 metros de un puesto de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), frente a Las Playitas, donde recientemente aparecieron los vendedores ilegales de estos fármacos. En plena acera, y resguardándose del sol con un toldo, la mujer muestra parte de sus medicamentos en una mesita pequeña, al lado de un botadero de basura y como ‘ambientador’, el hedor de las aguas servidas de la cañada Morillo.
En las condiciones menos higiénicas estas ventas ilegales expenden fármacos nacionales, colombianos y brasileños. Sin récipe, sin control sanitario, sin las temperaturas idóneas para los medicamentos y frente a los ojos de todos. La desesperación por encontrar la medicina hace que Glenda compré al precio qué sea. “Me da miedo, porque dicen que estos medicamentos no son de buena calidad, pero si no consigo en la farmacia, no puedo dejar que a mamá le dé algo en el corazón”, señaló la mujer.
Ya no solamente es en Las Pulgas, sino en las aceras, tiendas y bodegas. Hay un descontrol con este tipo de ventas.
La presidenta del Colegio de Médicos del estado Zulia y diputada de la AN, Dianela Parra, precisó que estos fármacos no cumplen con los requisitos de temperatura, humedad y conservación. “La persona que compra un medicamento de estos debe saber que se venden sin registro sanitario. Además, puede ser hasta un fraude porque si no se demuestra que contiene el principio activo y los principios conservadores, para garantizar la eficacia del medicamento, pueden estar siendo estafados y hasta corren el riesgo que no les va a dar el resultado esperado en su salud, y que por el contrario puede traer efectos adversos”.
Por su parte, la presidenta del Colegio Farmacéutico del Zulia, Haydeé Torres de Semprún, advirtió sobre la cantidad de fármacos falsificados. “No es aconsejable que consuman estos productos, porque pueden ser objeto de falsificación, además de la conservación porque los medicamentos no pueden estar a una temperatura superior a los 25 grados, y cuando pierden la cadena de frío pierde igualmente la actividad terapéutica el medicamento. Aquí en el Zulia se han detectado gran cantidad de medicamentos falsos, unos incluso rellenos con cemento y hasta aserrín. Antes, estas personas vendían casi que en la clandestinidad, pero ahora lo hacen deliberadamente”.
Dianela Parra hizo un llamado a la Contraloría Sanitaria regional. “Es imperativo que la contraloría se active, para que verdaderamente se dedique a revisar toda esa cantidad de medicamentos que se están vendiendo de manera ilícita en el caso del Zulia. Esto está ocurriendo en todo el país, pero sobre todo en los estado fronterizos con mayor frecuencia, porque utilizan la frontera para traerlos”.
María Uzcátegui, residente de Belloso, indicó: “Cada vez veo más, sobre todo dentro de Las Pulgas, pero no solamente allí, ahora están en pleno centro que no se veían”.
La representante del Colegio de Médicos regional enfatizó: “Esta explosión de venta ilegal de medicamentos se debe a que el Gobierno nacional no se ha preocupado por resolver el problema del mercado interno de medicamentos, y por resolver el problema de las deudas con los laboratorios”.
El secretario de Salud, Richard Hill, declaró a finales del año pasado que era trabajo de la Contraloría romper con este flagelo, y este ente estaba coordinando esfuerzos con los organismos del estado para abordar estos puestos; sin embargo, los zulianos aseguran que han proliferado.
Publicado en: Panorama
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